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Sebastián es ¡Andalú!

UN DIA CUALQUIERA

UN DIA CUALQUIERA Un día cualquiera me despierto a las siete de la mañana. A veces a las ocho, pero no es lo más normal.

A las once tengo que tomarme un biberón. Antes, en algún momento, me he aferrado a la teta de mi madre.

Entre las once y media y la una tengo que ver la calle, salir a la calle. Es imprescindible, para mi equilibrio mental, que vea la luz del sol.

Alrededor de la una, me como un yogur. Esa foto debe ser de la una y cuarto más o menos.

A las dos y media como otro biberón. Casi cuarto de litro.

Una hora más tarde, me echo una siesta. Duermo en dos fases: la primera es muy corta, unos quince minutos. Si logran volver a dormirme, puedo estar una hora y cuarto más.

Después de la siesta es recomendable que me saquen otra vez a la calle si el tiempo no lo impide. Como esta ciudad es muy soleada y llueve muy poco, es muy difícil que el tiempo impida algo.

A las seis, me tomo una papilla de frutas: plátano, pera, algo de manzana y zumo de naranja.

A las ocho me agarro a la teta de mi madre.

A las nueve me dan un masaje con aceite de oliva virgen. Es de la variedad hojiblanca, así que me queda la piel muy suave y muy perfumada.

A las nueve y cuarto estoy dentro de la bañera

A las nueve y media empiezo la cena

A las diez me voy a dormir.

Entre medias, juego. O, como un rey de la antigüedad, pido que me distraigan los bufones y los arlequines. A veces mi madre hace de arlequín, otras veces es mi padre el que hace de bufón. O de payaso.

El caso es que lo paso en grande. Cada día hablo un poco más, veo más colores, me lo paso mejor. No entiendo todas esas tonterías que hablan del deseo del bebé por volver a la panza materna y cosas así. Yo por lo menos no tengo ningunas ganas de volver ahí adentro por muy calentito que se estuviera. Esto es mucho más divertido.

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