EN LA PLAYA

En mi ciudad casi siempre hace sol. Hay días que hace un poco más de frío, otros que sopla un viento que viene del mar y algunos en los que no hace ni una cosa ni otra. Pero el sol siempre está ahí. A mí el sol no me acaba de gustar, me deslumbra y tengo que cerrar los ojos. Y si cierro los ojos, dejo de ver el mundo. Y si dejo de ver el mundo me enfado. Y si me enfado grito. Dice mi padre que soy como un vampiro, pero no sé por qué dice esto si aún no me han salido los dientes ni tengo colmillos.
El caso es que, de vez en cuando, vamos a la playa, un sitio extraño recubierto por arena fina. La gente en la playa se quita la ropa y se tumba encima de la arena. Cuando se van de la playa, se vuelven a vestir, no sé si envueltos en arena o no. Yo soy más práctico, así que me quedo vestido todo el tiempo.
0 comentarios