CONTENTO

Hoy he descubierto que soy capaz de distinguir el amarillo. No crean que es una cuestión menor. Al principio, en el momento de nacer, sólo veía dos colores: el blanco y el negro. Todo lo que estaba a menos de 30 centímetros de mis ojos, era negro. El resto, todo era blanco, un blanco luminoso y cegador. Con el tiempo, empecé a distinguir otros colores. El primero, el rojo y con él, las variantes de rojo. Después, el verde y más tarde, el azul. Ahora veo también el amarillo. Y mis ojos enfocan más, parece que el efecto "ojo de pez" está desapareciendo poco a poco, aunque todavía veo las cosas un poco distorsionadas. Hay veces que, por tratar de enfocar bien, por tratar de identificar de una vez por todas a mi madre, me pongo muy bizco, o eso dicen.
También estoy distinguiendo olores mejor y se me está desarrollando el sentido del gusto. Ahora no puedo comprender cómo podía beberme un brebaje que me preparaba mi padre de color oscuro, un líquido horrible que me daba con el biberón de Vélez, una infusión terrible que por lo visto era para aliviar mis gases, para facilitarme eso tan bonito que es tirarme un pedo. O el agua, algo sin sabor, algo que espero no tener que beber nunca jamás. Donde esté la leche de mi madre... ¿quién puede querer beber agua?
2 comentarios
Sebastian -
La tía Chuche -