HAMBRIENTO

Tengo hambre. Mucho hambre. Como y no me dura nada el estómago lleno, enseguida reaparece el dragón ese que me quema las tripas, ese que sólo se contiene cuando como. Pasan dos horas, sólo dos horas y el dragón reaparece. Y como, les juro que como con ganas. Me paso mucho rato comiendo, mucho mucho tiempo, para estar seguro de que el dragón que me quema las tripas me va a dejar en paz. Pero siempre quiere más y más. Y cuando me pasa eso, me comería todo. Me comería el mundo. Me comería hasta un dedo. Caníbal, sí. Mi padre dice que cada día peso más y yo creo que cada día estoy más delgado, creo que me están sometiendo a un régimen terrible, creo que me dan menos comida de la que necesito. Si supieran mi angustia... Termino de comer y entonces me tiro dos o tres pedos y siento que se me ha hecho hueco en la tripa, siento que podría haber comido más y me desespero y grito y pido más, ¡dame otra vez la teta, por favor! y cuando grito vomito algo, y al hacerlo me queda más hueco, tengo que comer, tengo que comer, el dragón va a reaparecer rápido si no como más y grito y a duras penas logro que mi madre me vuelva a dar su teta, esa fuente de comida, esa taberna, ese asador... Y me lleno otra vez, esta vez me aseguro de tirarme los pedos según voy comiendo para tener hueco suficiente y retrasar la aparición del Dragón Ardiente, ¡si supieran cómo es! ¡es terrible! ...
Después, si hay suerte, me quedo dormido. Entonces sueño que estoy en un paraíso de color verde y que abro la boca y que sólo respirar es comer, basta con abrir la boca como un pez para que el paraíso verde me dé de comer, de algo que es tan rico como la leche de mi madre.

3 comentarios
Sebastián -
"suprimo" NaZ@ -
te quiero mucho y espero conocerte
gonzalo y carolina -